“Formas irregulares, orgánicas, circulares, envolventes; líneas cur­vas que generan siluetas, contor­nos; luz que marca intensamente los relieves, la textura de una superficie...

No hablamos de un paisaje de campo, ni de ciudad; sino de algo a su vez semejante y diferente: un paisaje del cuerpo, donde se aprecian, insinuadas, las formas orgánicas de la naturaleza.

Todo ello forma un paisaje abstracto que deja al espectador que sea él mismo quien complete el proceso de significación y reflexión que cierra el proceso artístico”